por Catrina Sáb Nov 07, 2009 12:00 am
"¡¡Hola, pimpollo mío!! Recibí tu carta hará unos dos días, aunque bueno, a saber el tiempo que hará cuando te llegue la respuesta que te mando. ¿Por qué diablos tus pajarracos tardan tanto? No lo entiendo. Es cruel todo esto, ¿Sabes? Con un ordenador todo sería más fácil. ¿Por qué no funcionan los aparatos electrónicos en tu torre de brujitas? Ains, lo sé, lo sé, me lo has explicado mil veces.
¿Qué decirte, pichón? Mi vida sigue igual que siempre. Taylor no ha vuelto a llamarme desde el lunes y ando llorándole a la gata por los rincones. ¡Cómo me gustaría que estuvieses aquí para ponernos una peli moña y nos riésemos de ella con tu adorable forma de despechar este tipo de cosas! Pero no... tienes que estar en el quinto pino.
Ay, lo siento corazón, es que cada vez se me hace más difícil esto. Bueno, mentira, es que me ha pillado en una racha horrible de mi vida. Lo demás sigue todo igual. Rosemary se pasa por aquí tres veces por semana y me controla, tal como te prometió. Stephen y Mónica me acosan con cosas para ti, y tu habitación parece el almacén del Papá Noel de los otakus.
En fin...
¡Hablemos de ti! ¡Que no sabes la alegría que me ha dado saber que tienes amigos en el colegio! ¿No puedes hacerles una foto o algo? Es que me encantaría verlos. ¡Personitas con cerebro que han sabido reconocer a mi Catty! Aish, que ilusión, de verdad. S y M también se han alegrado tremendamente. Casi se pusieron a saltar por la cocina cuando se lo dije, más majos ellos.
Bueno, no me lío mucho más. Por cierto, quizás Rose te de una sorpresa cuando vayas al pueblito ese, Hogsmeade. Jijijijiji. Me siento villano...
¡Un beso, tesoro!
Te quiere, Red"
Todavía sonriendo de oreja a oreja, plegó la carta contra su pecho y dio un par de saltitos, preguntándose si conseguiría ver a Rose y qué clase de sorpresa sería la que le tenía reservada su madre adoptiva. Alzó la vista al cielo. Estaba completamente celeste, no hacía demasiado frío y las nubes dejaban ver una magnífica panorámica de la cúpula azul. El aire se respiraba limpio en Hogsmeade, y la gente paseaba tranquilamente por las calles. Algunas parejas iban de la mano, otros eran grupos de amigos que hacían el tonto frente a la tienda de "Sortilegios Weasleys", y a ella le apetecía horriblemente algo dulce que comer, de modo que se encaminó con paso presuroso hacia HoneyDucks.
Miraba a cada persona con la que se cruzaba y por cada callejuela que aparecía por su camino, esperando encontrarse especialmente con algunas personas en particular, y una muy en concreto, a parte de Rose. ¿Estaría Damon por ahí dando vueltas? No había vuelto a encontrarse con él desde que se habían conocido en los jardines, a pesar de que lo veía todos los días en el Gran Comedor. Pero se marchaba tan rápido que no le daba tiempo ni a levantarse, y eso le desesperaba un poquito.
-En fin...
A unos pocos metros vislumbró el cartel de su tienda, y en la puerta, el fatum quiso que estuviese allí, justo ahí, con una bolsa en la mano y suspirando sonoramente.
-La próxima vez va a venir ella a comprarlos...- le escuchó murmurar.
Sonrió. Había echado de menos escucharlo.
-Desde luego, los hombres son todos unos quejicas cuando se trata de ir a comprar, ¿eh?- bromeó, con la carta todavía en las manos, que en ese momento se cruzaban en su espalda, ya que se había inclinado un poco hacia delante, sacándole la lengua y sonriéndole- ¡Buenos días, Damon! ¿Qué tal todo por el paraíso de los verdes? El de los armarillos sigue rulando como siempre. ¡Viento en popa a toda vela!