-Ah...- suspiró, separando durante un segundo los ojos de las palabras escritas y alzando la mirada hacia el cielo azul, contemplándolo con los párpados entrecerrados- Espero terminar pronto esto para ponerme con Encantamientos...
Catrina Lowe nunca había sido una chica muy sociable en lo general. Por supuesto hablaba con todo el mundo y siempre tenía una sonrisa y una palabra amable para quien lo fuese con ella, pero tenía más conocidos que amigos, porque desde pequeña había sido bastante introvertida. A su juicio, tampoco es que los necesitase. Tenía a su padre, Red, a su gato Louie y a un par de amigos que conservaba de su difusa infancia. Si bien conocía a todo el mundo prácticamente en el castillo, no podía considerar "amigos" propiamente dichos a casi ninguno de ellos.
Volvió a suspirar y se centró de nuevo en su lectura y en sus anotaciones. Al menos hasta que sintió que el fragmento en el que estaba trabajando salía volando desafortunadamente en una corriente de viento demasiado baja. Se quejó sonoramente y se golpeó la cabeza contra el libro. Ahora tendría que levantarse e ir corriendo detrás para poder alcanzarlo. ¿Había algo que pudiese resultar más molesto? Entre bufidos y lamentaciones se puso de pie y se sacudió la ropa, cerrando el libro e introduciéndolo todo en su pequeño bolso gris que usaba para transportar los libros, y sin muchos ánimos comenzó a perseguir el trozo de pergamino, que bailoteaba burlón en el aire, como riéndose de ella y de sus pocos ánimos para correr.
Lo estuvo siguiendo durante un ratito, haciendo caso omiso de los ojos curiosos que la observaban, y el mundo pareció sonreírle durante un instante cuando se percató de que el viento dejaba de soplar y que el pergamino comenzaba a descender lentamente hacia el suelo. Con los ojos completamente fijos en él, no se dio cuenta de que acababa de caer justo frente a alguien, y se tiró prácticamente al suelo a cogerlo, acabando llena de hierba por las rodillas y las manos, que también se le mancharon de tierra oscura. Fue en ese momento cuando se percató de la otra presencia y alzó sus grandes ojos, parpadeando curiosa ante la figura que acababa de aparecer.
-Hola- dijo sin más- Bonita tarde, ¿verdad?